5 jun 2009

Si quieres las tomas, si no... las tiras por la ventana...

¿Quién en esta vida no ha oído la manida frase de "si quieres las tomas, si no las dejas" ante un plato de las minúsculas legumbres? Porque a mí Señora Madre me la repitió unas cuantas veces cuando mi única meta en la vida era jugar con los playmobil. Claro que lo de "las dejas" tenía aspecto de ser tan poco real como un alto el fuego definitivo en Palestina. Y es que Señora Madre aplicaba a rajatabla la consabida norma de "tú te las vas a comer; puede que ahora no, pero a la merienda las tienes". Y sin calentar si quiera.

Por fortuna, con el tiempo llegué a aprender que un plato de lentejas puede ser un manjar, especialmente acompañadas de chorizo y jamón, o con un par de puñados de granos de soja sin germinar, o en un buen potaje con sus garbanzos y sus habichuelas, o con arroz... todo con tal de que Señora Madre no hiciera habichuelas con sepia, que es el único modo en que no me gustan las legumbres. Y es que, como todos sabemos, o deberíamos saber, la fabada es el único plato factible con habichuelas como el MVE manda, o en su defecto alguna ensaladita ligera o en otros guisos por el estilo, pero con sepia nunca. Faltaría más.

¿Y éste qué cojones se pone a contarnos ahora sus hábitos alimentarios? Os preguntaréis más de uno, si es que no habéis dejado de leer hace diez minutos. Pues bien, puede que a vosotros no os interese, pero en el examen oral de francés me tocó enunciarlos. Y sí, "examen oral de francés" me sigue pareciendo una redundancia. Pero como os decía, que me tocó decir qué es lo que como habitualmente, que si je mange de tout o je ne prends pas de rien, que si patatín, que si patatán y que si al abuela fuma. Coincidencias de la vida: si en todo el curso tuve que faltar un día a clase, fue precisamente ése, por lo que el monólogo casi se convierte en una tragedia griega y yo, el muerto.

Y os seguiréis preguntando que qué forma es esta de cambiar de tema sin ton ni son, que parece que mi mente anda a saltos como el guión de Perdidos y no es así. Lo que pasa es que me gusta hilar los temas de forma que el mismísimo J.J. Abrams sentiría envidia ante mi espectacular malabarismo argumental. Perdón, me estoy quitando una flor del hombro... Decía que lo mío es hilar temas, y es que ayer tuvimos la cena de los compañeros de clase de francés ¿Y comisteis lentejas? Os preguntareis algunos; pues no, obviamente, que estudiamos francés, pero no somos como esos turistas que comen paella a las doce de la noche, y podemos estar mal de la cabeza, pero hasta cierto punto, por supuesto. Fuimos a una pequeña pizzería, donde he de decir que se come de muerte y disfrutamos largamente en la terraza, tan largamente que se nos hicieron las doce y media de la noche allí de charreta. Y he aquí donde entran en juego las lentejas (¡toma giro argumental J.J.! MUAHAHAHAHA). Y demos gracias al MVE que no fueron croquetas congeladas porque podrían haber causado alguna desgracia mayor. Eso sí, que mala fue la intención de lanzar lentejas pardinas, esas tan chuiquitinas que dan penica comerse porque parece que no se hayan desarrollado como sus hermanas mayores, y uno piensa en los anuncios de "pezqueñines, no gracias" y le vienen hasta remordimientos por comerse algo tan chiquitín y a la vez tan sabroso. Pero claro, cuando se utiliza como arma, gracia no hace ninguna, porque en algún ojo podría haber impactado y a saber a estas horas si alguno no iríamos de pirata por la vida (de los de parche en el ojo y pata de palo, no de los de carroza y plumón, obviously). Hasta dos veces fuimos agredidos. Eso sí, ni un aviso preventivo, que por lo menos el trío de las Azores tuvo la decencia de avisar que iban a atacar Irak...

Pero, por supuesto, menos mal que ya no se estila el orinal...

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