- Creo que últimamente estoy viendo demasiado porno.
- Voy a decirte algo muy clarito: nunca se tiene demasiada pasta ni se ve demasiado porno.
- Lo que tu digas, pero me parece que veo demasiado.
- ¿Y qué preferirías ver? ¿Star Trek entero?
- Pues preferiría imaginarme que estoy en el puente del Enterprise. Por lo menos sería menos peligroso.
- ¿Peligroso? Si el porno no hace daño a nadie, es más, a algunos el porno les ha devuelto parte de su vida, y si no recuerda al marido de Lorena Bobbit.
- Pero eso es un caso aislado. Y la verdad, empiezo a estar un poco cansado de imaginarme que toda situación en la que estoy va a acabar en plan orgía macrosexual como si la filmaran los hermanos Lapiedra.
- Eso es que tienes demasiada imaginación, hombre.
- ¿Demasiada imaginación? Pero si el otro día en la sala de espera del urólogo me dio por imaginar que iba a atenderme Natalia Z con un súper escote de infarto, de esos que te dejan ver a través hasta las uñas de los pies, y de enfermera becaria iba a estar Zuleidy dispuesta a todo. Imagina que hubiera entrado con un erección de caballo y el médico me manda bajarme los pantalones en ese estado...
- Hubiera sido divertidísimo...
- Salvo por el hecho de que ni el médico ni la enfermera lo merecían.
- Hombre, llevas parte de razón, pero a lo mejor el médico se hubiera convencido de que tu problema es real y te hubiese puesto en prioridad 1 y no en 2.
- Visto así hubiese venido bien...
- Y además, ¿tú le has preguntado si él quiere pasar por eso?
- No sé que tengo que preguntarle a él, al fin y al cabo no debería tener opinión en esto.
- Los cojones que no debería tener opinión.
- Tú te callas, que llevas veinte años tocando las narices y ya va siendo hora de ponerte en tu sitio...
- Lo que vas es a mutilarme, maldito cabrón explotador. Yo que siempre he estado a tu lado, en lo bueno y en lo malo, dispuesto a darte una alegría cuando más lo necesitabas...
- Ya te decía que tenías que haberle consultado, que como se decida a tomar represalias...
- Cómo no va a tomar represalias si tú le incitas, mamonazo. Que sé que estáis compinchados para joderme la existencia desde los catorce años...
- Pero reconoce que lo hacíamos por tu bien, que C estaba muy buena...
- Pero casi me traumatizasteis la adolescencia con tanta hormona desatada y el capullo este todas las mañanas despierto antes que yo...
- (sob) Con los buenos ratos que hemos pasado juntos y ahora me desprecias y me mutilas... (sob)
- Que no hombre, no te pongas así. Que lo hago por tu bien, que luego te duele y te quejas.
- Si claro, ahora con esas... ya no seré el mismo...
- A ver, hombre, ¿la princesa Leticia ha dejado de ser ella por operarse la nariz? No, pues contigo pasará lo mismo.
- Ya, pero yo no salgo en las portadas de las revistas del corazón como ella. Por no salir es que ni me sacas nunca a pasear...
- Bueno, en eso podemos llegar a un acuerdo. Después de la intervención prometo que te sacaré alguna vez por ahí.
- Ja. Y yo voy y me lo creo...
- Lo que hay que oír. Esto me pasa por dejarme la medicación. Le preguntaré a ese elefante verde si ha visto mi litio...
- Voy a decirte algo muy clarito: nunca se tiene demasiada pasta ni se ve demasiado porno.
- Lo que tu digas, pero me parece que veo demasiado.
- ¿Y qué preferirías ver? ¿Star Trek entero?
- Pues preferiría imaginarme que estoy en el puente del Enterprise. Por lo menos sería menos peligroso.
- ¿Peligroso? Si el porno no hace daño a nadie, es más, a algunos el porno les ha devuelto parte de su vida, y si no recuerda al marido de Lorena Bobbit.
- Pero eso es un caso aislado. Y la verdad, empiezo a estar un poco cansado de imaginarme que toda situación en la que estoy va a acabar en plan orgía macrosexual como si la filmaran los hermanos Lapiedra.
- Eso es que tienes demasiada imaginación, hombre.
- ¿Demasiada imaginación? Pero si el otro día en la sala de espera del urólogo me dio por imaginar que iba a atenderme Natalia Z con un súper escote de infarto, de esos que te dejan ver a través hasta las uñas de los pies, y de enfermera becaria iba a estar Zuleidy dispuesta a todo. Imagina que hubiera entrado con un erección de caballo y el médico me manda bajarme los pantalones en ese estado...
- Hubiera sido divertidísimo...
- Salvo por el hecho de que ni el médico ni la enfermera lo merecían.
- Hombre, llevas parte de razón, pero a lo mejor el médico se hubiera convencido de que tu problema es real y te hubiese puesto en prioridad 1 y no en 2.
- Visto así hubiese venido bien...
- Y además, ¿tú le has preguntado si él quiere pasar por eso?
- No sé que tengo que preguntarle a él, al fin y al cabo no debería tener opinión en esto.
- Los cojones que no debería tener opinión.
- Tú te callas, que llevas veinte años tocando las narices y ya va siendo hora de ponerte en tu sitio...
- Lo que vas es a mutilarme, maldito cabrón explotador. Yo que siempre he estado a tu lado, en lo bueno y en lo malo, dispuesto a darte una alegría cuando más lo necesitabas...
- Ya te decía que tenías que haberle consultado, que como se decida a tomar represalias...
- Cómo no va a tomar represalias si tú le incitas, mamonazo. Que sé que estáis compinchados para joderme la existencia desde los catorce años...
- Pero reconoce que lo hacíamos por tu bien, que C estaba muy buena...
- Pero casi me traumatizasteis la adolescencia con tanta hormona desatada y el capullo este todas las mañanas despierto antes que yo...
- (sob) Con los buenos ratos que hemos pasado juntos y ahora me desprecias y me mutilas... (sob)
- Que no hombre, no te pongas así. Que lo hago por tu bien, que luego te duele y te quejas.
- Si claro, ahora con esas... ya no seré el mismo...
- A ver, hombre, ¿la princesa Leticia ha dejado de ser ella por operarse la nariz? No, pues contigo pasará lo mismo.
- Ya, pero yo no salgo en las portadas de las revistas del corazón como ella. Por no salir es que ni me sacas nunca a pasear...
- Bueno, en eso podemos llegar a un acuerdo. Después de la intervención prometo que te sacaré alguna vez por ahí.
- Ja. Y yo voy y me lo creo...
- Lo que hay que oír. Esto me pasa por dejarme la medicación. Le preguntaré a ese elefante verde si ha visto mi litio...