16 jul 2009

Asco de vida

Lapidario. Sentenciante. Un título digno de un contenido que no sería capaz de expresar en los términos en que parece presentarse. Tranquilos, aún no me ha dado por suicidarme, ni tan siquiera por coger una semiautomática y ponerme a pegar tiros en la Plaça de Baix. Bueno puede que esto último sí se me haya pasado por la cabeza, pero sólo un poquito. Lo cierto es que mi vida, ahora mismo, aunque con algunas pequeñas espinas, está bastante bien. O al menos está bastante bien si la comparamos con la de algunos de los que dejan retazos de su vida en la página ADV.

Por ejemplo, hoy leía la historia de un chaval al que sus amigos llaman "el Francotirador". Un fiera la criatura, ya que el día que perdió la virginidad y usando condón (como comenta después en otro ADV enviado) dejó a la chica embarazada. O los cornudos y cornudas que se enteran por el típico descuido con el móvil de mandar el mensaje a quien no se debe. O aquellos que son marginados dentro de sus propias familias. Y todo esto demuestra que por muy preparado que estés, si la vida te quiere joder, ten por seguro que lo hará. No es una cuestión del destino traidor, no, es que la naturaleza es impredecible y bastante japuta. Pero ella no tiene la culpa de ser rebelde, es que el mundo la ha hecho así.

Y por eso no me quejo. Bueno, no me quejo todo lo que podría quejarme, que mira que tengo motivos. Por ejemplo ayer, que cuando me puse encima de la bascula estaba por fin por debajo de los noventa kilos (ya os había dicho que me había puesto fondoncillo) y viene la mujer que limpia en casa y le dice a Señora Madre que me ve más gordo. A mí que llevo dos semanas cenando una miseria y con las tripas sonándome por las noches, acostumbradas como estaban ellas a esas cenas bestiales repletas de embutidos, quesos y grasas varias. Vale que no hago mucho ejercicio que digamos últimamente, pero tengo la sauna, bueno mi coche. Porque mi coche es una puta sauna, que no tiene aire acondicionado y en dos semanas que llevo trabajando no he podido dejarlo ni un día a la sombra, ya que aparcar en el centro de Elche a las nueve y media de la mañana es una misión imposible y me tengo que tirar más de media hora buscando aparcamiento hasta que alguien de repente abandona el suyo a diez manzanas de mi trabajo y cuando me faltan menos de dos minutos para entrar a trabajar. Y que, como ya he dicho, jamás consigo aparcarlo en un lugar en el que le roce una misera sombra, y cuando vuelvo al coche, caminando otra vez las diez manzanas de vuelta a las dos y media de la tarde bajo un sol que no lo soportarían ni los alacranes del desierto del Sahara, debo dejar las puertas abiertas dos minutos para que , por lo menos, los cristales de las gafas no se me empañen al entrar. Un coche que, por cierto, ha pasado por el mecánico dos veces en las dos semanas que estoy trabajando, la primera vez porque se me había roto el elevalunas eléctrico, porque como no tengo aire acondicionado no me queda más remedio que bajar las ventanillas, y la otra, que aún está el coche en el taller, porque el otro día aparcando me cargué el filtro del aire, que se me enganchó en un bordillo de los que aquí puso algún listo del ayuntamiento para proteger los contenedores de la basura. Y para rematarlo le digo al mecánico que me mire a ver por qué pierde agua y resulta que me tiene que cambiar el radiador entero por uno nuevo y a saber por cuanto me sale la broma; por no hablar de que se me olvidó comentarle que me revise las luces de los frenos que me da la impresión de que no me van demasiado bien. Y por si fuera poco tengo el ordenador con la tarjeta gráfica dando por saco hace cosa de un mes, pero hasta que no cobre no puedo comprarme una nueva porque, por si fuera poco, me he gastado los noventa euros que me quedaban en la cuenta de la caja de ahorros en mi matrícula de la escuela de idiomas, curso que, por otra parte, no sé si podré realizar debido al horario que aún desconozco que tendré en el trabajo una vez se haga efectivo mi traslado a la tienda en la que definitivamente trabajaré, pero donde seguiré teniendo los mismos problemas de aparcamiento y más cuando llegue el mes de septiembre. Y encima de que quiero comprarme una moto para ahorrarme al menos la media hora diaria de aparcar y el combustible que ello conlleva, Señora Madre dice que mejor me compro un coche nuevo con el dinero que aún no tengo y así me deshago del mío en el que me estoy dejando un pastón.

Pero no, apenas tengo motivos para quejarme...

1 comentario:

Anónimo dijo...

deja de quejarte y comprate el coche que es la mejor inversión