28 feb 2008

Aquellos maravillosos años

Andaba yo planteándome estos últimos días cuestiones fundamentales sobre a que generación pertenezco. Son cosas que uno se pregunta porque dentro de relativamente poco tiempo es mi cumpleaños y cuando uno ya ha pasado el cuarto de siglo estas cosas vienen a la mente.

Siempre he dicho que nací diez años más tarde de lo que debería. Fundamentalmente porque hubiera disfrutado muchísimo durante los 80 si en esos años hubiera sido un adolescente en vez de un niño. Hubiera vivido la eclosión de la informática y probablemente habría matado las horas jugando al Space Invaders y al PacMan. Hubiera flipado en colores con el famoso España Malta del 12 a 1, y en las Olimpiadas de Los Ángeles hubiera disfrutado como un enano del tapón de Iturriaga a Jordan. Pero llegué tarde y me quedó vivir aquellos días en los recuerdos de mis mayores o en los reportajes de la época.

La generación JASP también me quedó corta por los pelos, ya que cuando empezaron a conocerse a sus miembros yo andaba aún por las aulas del colegio y haciendo chistecitos sobre aquello de JASP, ya sabéis Jilipollas y Además Soberanamente Palurdo. Lo que pasa es que jilipollas es con "g", pero es que si no no cabía, así que no tiene remedio. Y como tampoco tengo pasta para comprarme un coche a pesar de estar "Sobradamente Preparado", pues va a ser que no es la mía.

La generación Pokemon ya me queda demasiado nueva. Vale que me gustaba verlos por la tele, pero después de dos temporadas cansaban. Y luego tanto jueguecito y tanta leche con los jodidos bichos. Y por supuesto que no pertenezco a la generación Telettubie, que tantos problemas da a los educadores hoy en día. Realmente creo que pertenezco a la generación X.

Yo nací el mismo año en que Tejero quiso volver al pasado, es más, estaba gestándome cuando el golpe de estado. Ese mismo año intentaron cargarse a Juan Pablo II y el mundo empezó a irse un poquito al carajo cuando en USA Ronald Reagan llegó a la presidencia. Me crié viendo Barrio Sésamo, con Espinete y Don Pimpón (a lo mejor es por eso que no veo mal el matrimonio homosexual, porque siempre pensé que entre ellos había algo que una bonita amistad, igual que entre Epi y Blas), y también veía Pumuky. Luego nos cambiaron a Los mundos de Yupi, pero, como por aquel entonces ya tenía algo más de edad, me entretenía viendo Érase una vez el cuerpo humano y Fraggel Rock con aquella montaña de basura tan sabia. Y empezaron a emitir Dragon Ball. En el colegio alucinábamos con los Kame Hames (¿qué es eso de onda vital?), pero no teníamos bastones mágicos que se alargaban ni tampoco nubes voladoras, aunque seguro que más de uno ha acabado volando sin nubes... Y también hacían Fly, que era como Goku pero con espadas, y Lamu que nos descubrió a muchos como era el cuerpo de una mujer, aunque fuera de dibujos animados. Y por supuesto estaba Arale y el Dr Slump, y el Dr Mashirito que quería destruirla con sus Obokamanes sucesivos. Doraemon sólo resultó ser un aburrido gato robot que no servía para nada.

Los sábados por la mañana hacían Cajón desastre, donde Miriam Díaz Aroca se pasaba el día en patines. Y nos pusieron el club Disney que molaba no como el de ahora que da pena. Y llegaron McGyver y el Equipo A, y empecé a aficionarme por el bricolaje. Y con Carmen Sandiego aprendí que el edificio de la Ópera de Sydney se podía robar fácilmente. Un rapero nos divertía desde casa de sus tíos en Bel-Air y un empollón gafapasta y torpe intentaba enamorar a su vecina Laura por todos los medios, aunque tuviera que meterse en una máquina. Y Blossom y Corey Mathews se hacían mayores, tanto que Corey se casó con Topanga y todo. Veíamos el 1, 2, 3 presentado por Mayra hasta que se acababa, porque como lo hacían los viernes podías quedarte hasta tarde. Y los concursos ecológicos comenzaron a surgir con uno que se llamaba Dale la vuelta. Y nos reíamos aprendiendo con Si lo sé no vengo. Nos emocionamos cuando una flecha encendió el pebetero en Montjuïc, y Expediente X asustaba a los menos valientes. Y conocimos al señor Barragán y a Marianico el corto, aunque nunca sabré si eso es bueno o es malo.

Y un día nos hicimos mayores de golpe porque en la tele dejaron de poner cosas para niños a la hora de la merienda, para que una señora nos contara lo infeliz que era porque no veía a su hermana desde hacía 25 años. Y los niños dejamos de serlo viendo Hércules y Xena, Los vigilantes de la playa, o Las gemelas de Sweet Valley. Y un buen día Gran Hermano empezó. Y ahora nos quedan pocos reductos de sensatez en la tele, algunas series como CSI, Héroes o Perdidos, algo de ciencia ficción como Stargate y el misterio de Médium y Entre fantasmas.

Lo tengo claro, soy de la generación X, con X de EXTRAORDINARIO.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jo, qué recuerdos!!
aunque creo que soy un pelín más vieja que tú... porque yo Barrio Sésamo empecé a verlo con Caponata...
Nada, que he visto tu blog por casualidad, desde el del amigo (común) Gonzo, y me ha gustado mucho esta entrada.
me verás por aquí.
saludos!

Anchiano dijo...

Estupendo post. Yo soy más viejo que tu, del 71, pero he vivido todas esas épocas y tambien pertenezco a la generación X. Hay algo muy bonito que suele pasar entre la gente que ronda los 30 por arriba o por abajo y es que nos une un mismo bagaje cultural procedente de la televisión, que no siempre fué ese montón de caca de mono titi que es ahora. Cuantas veces despues de una botella de vino nos hemos encontrado cantando la sintonia de "Comando G", "Mazinger-Z", "Marco", "Belfy y Lilibith" o "Jackie y Nuka". Esa época sabe a nocilla y a bocadillos de chopped. Te ha faltado mencionar "La Bola de Cristal" de Lolo Rico, que ya forma parte de la historia de la televisión. Con el paso de los años uno se da cuenta de cuanto bien nos hizo ese periodo, al menos en mi caso. No creo que los niños y los chavales de ahora puedan decir lo mismo dentro de unos años. Saludos.

Esteban Manuel Bru Guilabert dijo...

Lo cierto es que pensaba nombrar el, quizás, mejor programa infantil de las últimas tres décadas, pero echando la vista atrás comencé a recordar que tenía miedo de la Bruja Avería. Quizás fuera por aquella voz o, sencillamente, que su papel de malvada era demasiado para mi tierna edad. Tampoco nombro "V" que es otra de las series míticas, y que, igual que me pasó con "La bola de cristal", tuve que crecer para poder apreciarla en toda su magnitud. Aún así recuerdo aquella escena de Javier Gurruchaga haciendo de James Bond y los inicios de Pedro Reyes y Pablo Carbonell.

Yo me encuentro en el límite, esa generación que dio paso a la LOGSE, plagada de chavales sin ideales ni ganas de luchar por nada. Y entonces aún se podía encontrar alguna cabeza medio amueblada, porque lo que es hoy se pueden contar con los dedos de una mano.

Encantado de que te haya gustado el post.