7 jun 2008

Erotismo ilustrado

Hoy voy a hablaros de algo que aún no había tenido oportunidad de comentar aquí. Hoy voy a hablaros de mi primera vez. Los más optimistas ya estaréis dando palmas, lanzando vítores, incluso alguno que otro, porque no decirlo, puede que esté llorando de emoción. Los no tan optimistas, o realistas mejor dicho, habrán exclamado un clarísimo "¡Anda ya!". Los que me conocen más, sencillamente, saben de lo que hablo. No os alarméis que no hay motivo, bueno, al menos, no hay motivo justificado. Para empezar diré que aún soy tristemente virgen, cosa que dejó de ser una novedad hace muchísimo tiempo, pero, y ésta creo que es realmente la novedad, ya sé porque sigo siéndolo. Se unen algunos motivos fundamentales. A saber:
  1. Soy pobre. Eso no es sólo cosa mía, lo reconozco, pero como siempre dice mi madre, "Els diners i els collons són per a les ocasions". No creo que haga mucha falta traducirlo, la verdad, pero para este caso implica que ni puedo pagar por sexo ni puedo atraer a absurdas superficiales que se sientan atraídas por el enorme poder sexual de mi billetera. Vamos, que en mi caso tendría que ser sexo con algo de amor.
  2. Soy tímido. Y muchos diréis que como puedo afirmar algo así y a la vez estar comentando un tema como tal tan alegremente. Es lo que yo llamo el diferido ciberespacial. Aquí me veis a través de lo que escribo, pero en directo pierdo mucho. A ver si lo explico. Pensad en Ferran Adrià, un genio de la cocina, un adalid de la gastronomía moderna, pero ¿lo habéis oído hablar en directo? Sólo Quim Monzó se traba tanto como él al hablar y casi tienen los mismos tics. Pues a mí me pasa algo parecido, me trabo, sudo en exceso, me vienen retortijones de estómago. Vamos, que me hundo y como no me apetece acabar como el Titanic pues ni lo intento.
  3. Soy gilipollas. Vaya novedad. Sí, claro, conciso y directo. Soy gilipollas en grado sumo. Pero no soy un gilipollas en plan cabrón, que va; si fuera uno de esos tendría a muchas babeando detrás de mí, porque a muchas les va ese rollo. Lo mío es más ser gilipollas en cuanto a la practicidad del término. Pongamos un ejemplo para que os hagáis a la idea: noche de sábado de marcha en uno cualquiera de nuestros garitos habituales, mujeres que vienen y que van, que pasan por delante de nosotros, algunas que nos miran, incluso algunas que podríamos pensar que les interesamos. ¿Sabéis cuantas veces he conocido a alguna así? Ninguna. No hay más preguntas, señoría; señores del jurado, el veredicto es obvio.
  4. Soy un romántico. Esto viene a colación de la primera de las razones y viene a completar la última frase que decía. Realmente no es que tenga que haber algo de sentimiento, es que para mí es algo fundamental. Un amigo me decía un día la diferencia enorme que había encontrado entre hacerlo por hacerlo con la primera que encontraba y hacerlo con una novia, y afirmaba que lo disfrutaba muchísimo más con la novia-, también hay que decir de él que afirmaba que pajearse está bien, pero follando se conoce gente. Todo un personaje. Claro que hay gente que también cambia de opinión con el tiempo y con las circunstancias, como mi mejor amiga (de la que pronto hablaré aquí mismo en otro post), que primero afirmaba que si lo hacía con la primera que pasase me mataba y esparcía mis restos por el monte, y un año después afirmaba que con quien y cuando fuera daba igual. Es lo que tiene haberlo probado, que te cambia el punto de vista.

La cosa está en que como decía soy un romántico y, como tal, tengo una idea bastante definida de como me gustaría que fuese mi primera vez. Y como tengo una imaginación extrema, y más para estos asuntos, sobre todo teniendo en cuenta que ya tenía mis primeras fantasías sexuales a los siete añitos y también mis primeros tocamie... estooooooo, que seguimos con el tema que si no me pierdo y cuento lo que no toca. Así que mejor os explico como me gustaría que fuese esa primera vez (no recomendable para menores de 16 años...). Es algo largo, pero bueno:

«Diana Krall, Norah Jones y Barry White empiezan a hacer efecto. O tal vez sea el vino blanco que acompañaba la cena. Pero está claro que funciona porque ella empieza a juguetear con sus dedos en mi pelo. Merece la pena haberme pasado toda la tarde preparando la cena y haberlo dejado todo a punto para cuando ella ha llegado, preciosa como siempre, a la puerta de mi casa, vestida con una camiseta y una falda que le sientan como el mejor traje de noche. Se ha sorprendido de ver la cena preparada ya que esperaba que fueran unas pizzas, para luego irnos a tomar algo por ahí. El postre le ha encantado, o eso me dice mientras hablamos de que le gustan estos detalles por sorpresa. No está acostumbrada a que ningún chico se haya tomado tantas molestias por ella y ha conocido a unos cuantos. No me importa, ahora está conmigo. Me encanta como sonríe cuando digo alguna tontería, y como me mira con sus dulces ojitos mientras desabrocha el primer botón de mi camisa. Suelto el recogido que llevaba en el pelo mientras ella se ruboriza por no poner ninguna traba a mis movimientos. De repente se levanta porque cree que ha sonado su móvil y puede que alguno de los amigos con los que habíamos quedado nos estén esperando. La agarro por la cintura y ella se deja, se abandona. La beso en el hombro y sigo hasta su cuello. Le gusta. Se ha abandonado del todo y ha cerrado los ojos, aunque no puedo verlo desde detrás de ella, pero lo noto. De repente se gira y nos besamos. Nos fundimos en una batalla de lenguas y labios sin vencidos, sólo vencedores, porque ambos ganamos. Nos ganamos un poquito del otro en cada contacto, en cada roce, en cada caricia. Ella ya está totalmente abandonada al descontrol que se crece ante nosotros y se lanza a tientas a desabrocharme la camisa. La freno. Todavía no pequeña, espera. Consigo mantener el control a duras penas y la levanto por las caderas para poder llevarla en alto a la habitación. Nos esperan los pétalos de rosas rojas que he preparado sobre las sábanas de seda y medio centenar de velas que llevan encendidas desde hace un buen rato. Ella se sorprende más aún si cabe. Jamás se podría haber imaginado un escenario igual y me dice que no hacía falta todo eso. Si que hace falta; eso y más, por ti cualquier cosa. Y vuelve a besarme con más pasión que antes.

»La dejo suavemente en la cama y me mira tratando de averiguar que voy a hacer a continuación. Tranquila pequeña, déjame hacer a mí. No tengo experiencia y ella lo sabe, pero me deja hacer. Se siente como la primera vez, con la diferencia de que ahora sabe disfrutar el momento. Me siento a su lado en la cama y empiezo a acariciarla por debajo de la camiseta sin dejar de besarla ni un momento. Le gusta y no va a resistirse. Poco a poco le quito la camiseta y ella se ríe porque se le atasca un poco para salir. Es preciosa, aunque no se lo digan a menudo. Tiene ese no sé qué que la hace especial, aunque ella se crea del montón. Pero a mí me gusta más que ninguna. La pongo boca abajo para poder soltar cómodamente el sujetador, mientras beso su cuello. Recorro toda su columna con mi lengua y siento como empieza a estremecerse. Bajo la cremallera de su falda y la deslizo lentamente hacia sus pies, pero antes de quitársela del todo prefiero sacarle los zapatos. Vuelvo a darle la vuelta en la cama. Libres de ataduras empiezo a besarle los dedos de los pies mientras mi perilla le hace cosquillas suavemente. Me mira atentamente y sé que quiere que la vuelva a besar. Ya voy, cariño, pero deja que me tome mi tiempo. La beso otra vez en los labios. Bajo por su cuello, por su clavícula. Le retiro el sujetador para poder ver por fin sus pechos, firmes, hermosos, excitados, expectantes ante mi próximo acto. Los beso, los chupo, los lamo. Hago un amago de mordisquearlos con extremo cuidado; no soy Hanibal Leckter ni quiero serlo. Sólo quiero que disfrute, que goce, como si fuera su última noche en la tierra. Y la mía.

»Ella está disfrutando, se nota, y me pide que siga adelante, que no pare. Claro que no pararé, aún no. Sigo besando su estómago hasta llegar a su ombligo, el símbolo de que todos somos sexo al fin y al cabo, y que sin sexo ni seríamos ni estaríamos juntos ahora mismo ella y yo. Sigo bajando por su pubis. Lleva un culotte precioso. Da pena quitárselo, pero no queda otro remedio para seguir adelante. Arquea un poco su cuerpo para facilitarme la tarea, pero antes prefiero quitarme la camisa. Hace calor, aunque no es la temperatura exterior la que lo denota. Ella también tiene calor, cada vez más. Sigo con la tarea de retirarle el culotte y obtengo la mejor visión que un hombre puede desear ver. Nueve mese para salir y toda una vida queriendo volver a entrar una y otra vez. Bromea diciendo que de haberlo sabido se habría depilado. Da igual, eres perfecta. Se incorpora de repente y me vuelve a besar. Se deja caer de nuevo para dejarme hacer, mientras aparta sus piernas para que pueda ver en todo su esplendor la flor de su secreto, mi pedazo del cielo en la tierra. Esto le está gustando mucho, se nota por el brillo de sus ojos y la humedad de su entrepierna. Empiezo a besar el interior de sus muslos y siento como ella empieza a jadear levemente, como un leve susurro de su respiración que se hace un poco más fuerte. A medida que me acerco a su centro de gravedad su respiración se va entrecortando más y más, hasta que mi lengua alcanza el punto exacto y se estremece. El hidromiel debe saber así, seguro. Empiezo a usar también mis labios mientras veo como se muerde los suyos para no lanzar un grito de placer. Le gusta. Y empieza a estremecerse más y más violentamente, gimiendo, intentando luchar contra el impulso de gritar, pero el instinto es tan grande que al final grita en mitad de una orgía de éxtasis ilimitado. Me grita que siga, que no pare. Y yo sigo, porque quiero que goce, porque quiero que ella recuerde este momento tanto como yo. Y sigo hasta que ella explota en un orgasmo incontenible. Me mira con cara de niña traviesa y me dice que se alegra de ser ella la primera y que no entiende por qué no lo había hecho antes hasta entonces.

»Me vuelve a besar sin importarle nada y me dice que dé el siguiente paso. Empiezo a quitarme lentamente los pantalones y los bóxers. Me dice que se nota que a mí también me estaba gustando lo que hacía y tiene razón. Cojo uno de los condones que tenía preparados y me lo pongo. Qué momento más tenso, la verdad. Al fin estoy dispuesto y ella me dice que adelante, que no me lo piense más. Y allá voy. He muerto y estoy en el cielo. O al menos he entrado en él momentáneamente, un momento que parece eterno, un momento en el que se detiene el tiempo para los dos. Sigo entrando y saliendo en ese ritmo que se sincroniza con nuestros jadeos, con nuestros gemidos, con los latidos de nuestros corazones. Voy despacio, tranquilo, no tengo prisa, quiero que lleguemos juntos. La sigo besando mientras nuestros cuerpos se funden más y más en uno solo. De repente ella me abraza y me dice que me ponga de espaldas. Le hago caso y ella empieza a cabalgarme cada vez un poco más deprisa. Creo que voy a perder el control, que no voy a aguantar. Me incorporo y la vuelvo a besar, a besar sus pechos, mientras ella sigue en su baile de placer sobre mi cuerpo. Acelera. Nuestros latidos se aceleran, nuestros jadeos se aceleran. El ritmo es cada vez más rápido y ya no soy capaz de controlarlo. Y explotamos en un Big Bang de placer descomunal.

»Ella se tumba sobre mí y me besa mientras acaricio su pelo. Se echa a un lado y apoya su cabeza en mi hombro mientras le susurro que la quiero y que no quiero que esa noche acabe nunca. Ella me besa el pecho y la abrazo con más fuerza que nunca para que el tiempo no se la lleve de mi lado. Se ha quedado dormida y es como un pequeño ángel que Dios ha mandado para hacer hermosa mi vida. Y yo también me duermo.

»A la mañana siguiente me levanto antes que ella para preparar el desayuno y una rosa para llevarle a la cama. Aún duerme, sin embargo es un sueño tan ligero que al entrar sigilosamente en la habitación se despierta y me mira dulcemente. La vuelvo a besar y le pregunto que tal está. Ella me responde que cansada y enamorada. Le digo que entonces de repetir lo de anoche ni hablamos y ella, mientras me desata el albornoz, me responde: "¿Tú qué crees?"»


Como siempre he dicho, se aceptan toda clase de críticas.

P.D.: Lo que llega a escribir uno cuando la inspiración le vuelve... Por cierto, que empiezo a plantearme seriamente lo de la novela erótica...

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Jeje, me gustaría añadir un punto a tu lista: pareces bastante idealista/perfeccionista. Me parece a mí que las primeras veces no suelen ser así. Y no hablo solo de la primera vez en general, que suele ser un desastre, sino de la primera vez con cada persona nueva. En tu relato han faltado detalles como el clásico "recórcholis, cómo se desabrocha este puñetero sujetador", o algún aullido de dolor por exceso de estímulo en alguna parte del cuerpo, si consigues que la chica se corra a la primera mamada de doy un premio y lo del orgasmo simultáneo... en fin. Son cosas reales que no hacen que el sexo sea menos placentero ni mucho menos, pero hay que estar abierto a la improvisación y olvidarse un poco del tema orgasmo para pasárselo realmente bien porque sino vas a cabar agobiándote. Yo te diría que cuanto más folles mejor. Lo del amor está muy bien (yo también creo que el sexo con amor mola más) pero tampoco está mal tener un poco de experiencia cuando llegue esa persona superespecial. Cuanto más practicas más aprendes y más disfrutas así que ya sabes.

Anónimo dijo...

le doy la razon a la persona q a escrito eso..mu bien!!

bueno bru si como dice tu posdata de dciate a la novela erotica..xq eso mu pocas vecs ocurrira jajaja

como t hundo jajjaa

Anónimo dijo...

Voy a abrir una cuenta en ebay para subastar tu virginidad, seguro que se cotiza bien ;)

Lo dicho, si hay paga extra (harto improbable), yo corro con los gastos.

Anónimo dijo...

yo apoyo a anonimo tres jajajajajaja

Esteban Manuel Bru Guilabert dijo...

tanto anónimo, tanto anónimo. ¡Qué no pasa nada por poner vuestros nombres, cobardes!

Anónimo dijo...

a ver, yo de anonima nada yo soy la angy!!! a ver que pasa aqui bru! sabes lo que te falta a ti?
menos escribir warradas de estas y mas POM POM POM POM ya sabes, que al final es como las pringels, cuando haces pom, ya no hay stop xd

Anónimo dijo...

viva la ANGY!!!!
y la anonima dos y cuatro soy yo la ALMU!!
cobarde sere pero las cosas siemrpe t las digo a la cara :P jajaja

Lu dijo...

Pandilla de indecentes, estais convirtiendo un medio de comunicacion decente en una casa de fulanas impias...
Fdo: Jimenez Losantos

Anónimo dijo...

q ace jimenez losantos x aqi?? ¬¬ pss

Anónimo dijo...

Esta es tu primera vez IDEAL, como tu mismo puntualizas, y la cuentas como te da la gana. Estaria bueno!

Ese tipo de noches, existe! Yo he vivido muchas, qué coño. Con cremalleras atascadas, velas que se apagan o queman colchas, telefonos que suenan... Mas perfectas (que las hay muy perfectas ;)), menos perfectas, da igual, el caso es que lo que se siente: la emocion, la atraccion, la seduccion, el deseo, las ganas de conectar, el amor si lo hay... son como tu los describes. Es como todo en la vida hay veces en que te lo has pasado genial con los amigos por ahi y te han pasado mil cosas: se te pierde un amigo, tu bar preferido esta cerrado, te tiran un whiskey encima, pero tu lo recuerdas como la mejor noche de tu vida pq acabaste cantando clavelitos con tus amigos del alma chapoteando en la fuente de tu parque. El sexo con amor es asi: comunicar, compartir y disfrutar.

Luego estan las veces desastrosas, claro, pero de eso no va este post :).

Tu sueña, que tienes mucha madera de amante y novio genial. La realidad va a superar tu ficcion, ya lo veras!

Unknown dijo...

A mi me ha gustado la historia. Muchas veces he imaginado también lo de la cama de rosas y me gustaría mucho que alguien se tomara tantas molestias, tanto en la decoración como en la acción.
Ah, y pese a lo que digan, nunca es tarde ;) (con conocimiento de causa)