16 abr 2009

¿Cuánto más necesito para ser dios?

Perdón por parafrasear a los Extremoduro pero si Señora Madre lo dice seguro que lleva su parte de razón. Y sus razones tiene... Y es que hace un par de días, con esto de haber pasado la Semana Santa, a Señora Madre le vino la inspiración y me dijo una de esas cosas que, como suele ser habitual en mí, me llegó a la patata. Me dijo que me parecía a este:

Igualico, oiga...

A ver. Las cosas con sumo respeto (cosa que no se puede decir precisamente de algunos de los máximos representantes del jefe en la Tierra, que ellos seguro que no se cortan a la hora de plastificarse al amigo ciclópeo cuando les hace falta, pero eso es otro tema del que no tardaré en hablar), y yo precisamente divino no soy. Bueno para alguna puedo estar divino (más quisiera) y, según días, cocino divinamente. La cosa es que, al menos de momento, no soy capaz de convertir el agua en vino, como mucho el vino en kalimotxo y tampoco demasiado porque prefiero el ron con 7up, y milagritos los justos, porque no he podido ni perder cinco kilos en seis semanas (y lo que me jode eso, redeu!). Con lo bien que me vendría...

Pero Señora Madre no iba por ahí, no. Más quisiera. La cosa iba más bien alejada de lo esotérico, pero que muy alejada. Más bien viene por el lado higiénico: según Señora Madre voy tan guarro como Cristo camino del Gólgota. Que señora Madre gusta de exagerar en demasía no creo que sea preciso de recordar (conforme leo la frase que acabo de escribir, más parece que Yoda se ha reencarnado en mi persona... miedito tengo...). El problema real es que mi madre no se acaba de acostumbrar a verme con el pelo más largo de lo habitual, acompañado por una relativamente frondosa barba. Que yo me lavo, oigan, no vayan a pensar que soy un perroflauta cualquiera, piojoso y harapiento. Bueno, no siempre...

Claro, que además me he dado cuenta que tengo algunas otras cosas en común con el Rey de reyes, el Mesías, el Salvador de los pecados de la humanidad,... el Chus, vamos, porque para los colegas era el Chus, tenedlo claro. Para empezar con nuestros parecidos, a mis 27 años (según Señora Madre 28, porque ella redondea los años a parir de seis meses, si bien es cierto que me queda menos de un mes) no tengo trabajo conocido ni bien remunerado. Y no me vengáis con que Jesús trabajaba, porque eso de que heredó la carpintería de su padre no me lo creo, eso por no hablar de que nadie cuenta como murió su padre y todo es tan sospechoso que ni Grissom podría sacar nada en claro. Además al tío le gustaba montarse comilonas con los colegas si no recordad aquella vez que se reunieron más de mil personas a comer en la montaña en plan picnic dominguero pero sin atascos de vuelta a casa; claro que su mérito fue alimentar a toda la peña con cinco panes y cinco peces (claro que el número no está demasiado claro), mientras que nosotros lo que somos capaces de hacer es empezar a comer a las 11 de la mañana y acabar a las 5 de la tarde, que tiene su mérito pero quizás no tanto. También las opíparas cenas con buen vino nos relacionan. Claro que lo que más tenemos en común es que murió virgen.

Ja. Habría que preguntarle a la Magda...

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