24 feb 2011

Surrealismo

Surrealistas son los cuadros de Dalí, la poesía de André Breton y el cine de Buñuel, artistas que buscaban la verdad más allá de la realidad sin sentido lógico alguno. Vamos, lo que hoy diríamos "perroflautas fumaos", sólo que con éxito, que da caché. Y mucho.

Surrealistas son también los debates de Intereconomía, las cifras de audiencia de Sálvame y la aprobación de la ley Sinde, por carecer todos ellos por igual de toda lógica.

Y surrealista fue también mi visita al médico de cabecera hace unos días. Nada grave, simplemente que, como algunos ya sabéis, si seguís el blog (a pesar de lo poquísimo que escribo últimamente; cambiaré, lo prometo), llevo aproximadamente un año esperando que alguien me llame para decirme que mi prepucio va a conseguir la emancipación por la via quirúrgica. La cuestión es que, harto de esperar la llamada, decidí pedir cita para el médico de cabecera el pasado martes, a ver si él podía agilizar los trámites.

Una de las ventajas de haber cambiado de centro de salud es que la mayoría de médicos son nuevos y tienen unas ganas tremendas de hacer bien su trabajo, lo cual no sólo es de agradecer sino además de alabar. Y mi nuevo médico de cabecera tiene muchísimas ganas de hacer bien su trabajo. Llegué tarde, pero son cosas que pasan cuando te tienes que escapar del trabajo y por lo tanto me atendió tarde, pero por lo visto tenía pocas citas después porque decidió entretenerse conmigo. Al hombre hay que reconocerle que puso muchísimo más interés que mi anterior médico de cabecera, que, mirándomela con asco y desprecio, simplemente me dio un volante para el urólogo para ir seis meses más tarde. Le conté mi situación y me hizo bajar los pantalones y los calzoncillos, y firme y decididamente dijo:

- No es fimosis, pero tienes el frenillo demasiado corto y estrecho. Eso te lo arreglo yo en un momento.

A lo que yo, con una cara de póquer similar a la que puse cuando vi a Lady Gaga en su traje de filetes, respondí:

- ¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿COMORL?????!!!!!

Él, sin ni siquiera inmutarse me espetó:

- Que sí, hombre. Esto, si al cacharro le queda batería, te lo hago enseguida...

El cacharro. Yo ya empecé a imaginarme, no sé por qué, un cortapuros eléctrico. Pero no, se trataba de una especie de soldador ultrafino que hacía las funciones de bisturí que, mientras cortaba por aplicación de calor extremo, cauterizaba la herida. Más o menos, este es el aspecto:

Inventado por el mismísimo Satanás, no os digo más...


Y así comenzó la situación más extraña e impactante de toda mi vida. Para empezar, una de las primeras frases que me dijo antes de comenzar con la tarea quirúrgica fue:

- Es normal que te molestara; te tendría que ahorcar incluso, porque con lo grande y gorda que es.

Mi cara, another time...


Que alguien halague el tamaño de tu pene puede tener varios resultados dependiendo del contexto. Si eres hetero y te lo dice una chica sexualmente atractiva y dispuesta a tener sexo contigo, es más que gratificante y, probablemente, parte del guión de una peli porno. Si eres gay y te lo hace un tío, resulta igual que el anterior. Si eres hetero y te lo hace un tío, puedes sospechar que quiere rollo contigo o, quizás, constate un hecho de forma objetiva (y quiera rollo contigo pero no lo quiere reconocer). Si te lo hace un tío que lleva en la mano un bisturí, no puedes más que amedrentarte pensando en que pueda sentirse amenazado y con esas palabras quiera ganarse tu confianza para en un momento de descuido cercenar tu virilidad en clara venganza por su menor envergadura. O lo que es lo mismo: agarre el bisturí cuando estés despistado y te corte el cimbrel porque él la tiene más pequeña.

Por suerte no fue el caso y la intervención siguió su curso con la aplicación de la anestesia. Primero una cremita que te desactiva los neurorreceptores de la piel (que te la deja frita y tonta), para posteriormente aplicar una pequeña inyección que, según el doctor, "iba a picar un poco". Los cojones, un poco; la sensación era como si miles de hormigas africanas carnívoras devorasen mi miembro desde el interior. Menos mal que duró poco. Pero claro, mientras yo estaba en esa altamente antierótica postura tumbado en la camilla de la consulta, con los vaqueros y los gayumbos a la altura de las rodillas, pasó lo que tenía que pasar: la enfermera, de un atractivo bastante interesante y que en cualquier otra situación te hubieses quedado fijamente mirándola y , probablemente, hubieras acabado con la bandera en lo alto del mastil, entró a reponer gasas y demás; y yo anestesiado y ella que no quería ni mirar (nena, como te dé vergüenza ver a un tío desnudo, tienes un grave problema dedicándote a la enfermería, pero tú verás...). Y el médico volvió:

- ¿Y las chicas que dicen cuando ven esto?

¿Pero qué me estás contando?


Para empezar la enfermera ni mirarla y poca intención tenía. Y si tenemos en cuenta que no es que demasiadas chicas lo hayan visto en todo su esplendor, por no decir ninguna, tampoco es que pueda ir por ahí recabando datos estadísticos para hacer una encuesta en plan:

¿Qué te parece el tamaño de mi pene?
  1. Pequeño
  2. Normal
  3. Grande
  4. Enorme
  5. Monstruoso
  6. ¡Aparta ese bate de béisbol de mi cara, maldito engendro!

Con lo cual, y ante la imposibilidad de una respuesta que no fuera un llanto por mi parte ante mi inexistente vida sexual, preferí mantener el silencio. Él no:

- Yo hice especialidad en sexología y la media española está en 13 cm, y tú la superas con creces.



En un país donde se destaca en lo deportivo o en lo social, es bueno saber que superas a buena parte de tu país en algo. Bueno, en eso y en que tengo un trabajo y vivo solo. Pero lo realmente importante en España es tenerla grande. Y si no que le pregunten a Dinio.

Yo cada vez iba flipando un poco más, porque eso ya no me parecía serio. Pero se acabó de arreglar cuando, una vez finalizado el asunto, me dijo:

- Voy a abrir la ventana, que aquí huele a pollo quemado.

No doctor, permítame decirle que se equivocaba: a pollo precisamente no olía, no...


P.D.: El martes que viene me toca revisión y probablemente un cortecito más, porque el bisturí se quedó sin batería, así que os iré contando las evoluciones del tema. Por cierto, las típicas alegrías matutinas de levantarte saludando a la mañana, son una auténtica tortura, lo juro, pero ya pasarte todo el día con el roce del calzoncillo es insufrible. Si no estuviéramos en invierno iba yo a ir incómodo...

P.P.D.: Ya tardan los comentarios llamándome fantasma...

4 comentarios:

A dijo...

como osas nombrar a Lady Gaga
jajaja
venga yo pongo el primer:
FANTASMA!
jajajajajaj

Anónimo dijo...

FANTASMA no lo siguiente!!!!!
yo me pregunto...¿Qué necesidad tienes de escribir estas cosas?

Anónimo dijo...

FANTASMA NO lo siguiente!!!

Esteban Manuel Bru Guilabert dijo...

A es que el traje de filetes fue demasiado, hasta para ti, reconócelo...

Si necesidad no tengo ninguna la verdad, pero fue todo tan surrealista que al final me quedé pensando que el tío quería rollo, tanto decir y tanto decir; y eso hay que contarlo como sea. Que no está mal saber que si algún día decido cambiar mi orientación sexual como quien cambia de calcetines tendría oportunidades, pero que de momento no.

Además, ¿y lo bien que viene dejarlo todo caer así y las risas que os habréis echado?