8 jul 2008

Mitología (II): Hera, la celosa despechada

A ver. En realidad no es que fuera despechada, pero así el título queda de lo más dramático. Comencemos por el principio. Hera era hija de Cronos y Rea. Nació en Samos, o al menos eso decían los lugareños, que tenían el árbol bajo cuya sombra dio a luz la titánide; claro, que también en Argos decían lo mismo, aparte de tenerla por diosa desde tiempos inmemoriales y su culto parece que estaba arraigado antes de que apareciera el de Zeus. Pero vamos con lo que realmente nos interesa.

Hera también fue devorada por su padre Cronos y vomitada con el brebaje que hizo Metis para conseguir que expulsara a sus hijos. Pero lo importante vino en su madurez. Ella, que era muy independiente, como Lucía Etxebaría, no quería someterse a la voluntad de Zeus, exaltando su carácter virginal, y más teniendo en cuenta sus relaciones previas con Metis y Temis. Además no le parecía bien que Zeus hubiera dado a luz por su cuenta a Atenea, así que ella decidió procrear por su cuenta a Hefesto. Pero, un momento, ¿Hefesto no era el que le había abierto la cabeza a Zeus de un hachazo para que naciese Atenea? Bueno sí y también dicen la mayoría de las tradiciones que Zeus y Hera eran ambos padres de Hefesto, así que no tratéis de buscarle la lógica, ya que por lo visto en el Olimpo lo de la linealidad temporal se lo pasan por el forro. La cosa está en que, como decía, Hera pasaba tela (jo, que pijo me ha quedado) de Zeus, y éste, que se las daba de conquistador, andaba muy mosca. Insistió como un desesperado, más que nada porque necesitaba afianzarse en el trono del Olimpo y quién mejor que la diosa del hogar para afianzar su supremacía sobre el resto. Así que lo único que se le ocurrió para conseguirla fue usar la metamorfosis, que tan buenos, y eróticos, resultados le había dado con anterioridad. Cierto día andaba Hera paseando por el monte Tornax en la isla de Creta cuando se apartó del grupo que la acompañaba. Comenzó en ese momento una tremenda tormenta eléctrica, que el listo de Zeus se encargó de provocar, transformándose después en un pequeño pajarillo que se dejó caer atemorizado por los rayos a los pies de Hera (vaya pajarraco). La diosa se compadeció del pajarillo (anda, si la tía más vengativa del Olimpo tenía su corazoncito) y lo recogió, poniéndoselo en el balconcillo para calentarlo, hasta que se dio cuenta de que algo no iba como tocaba y que el pobre pajarillo había resultado ser un buitre del quince. Cuando se dio cuenta obligó a Zeus a jurar por Estigia (el lago del inframundo que las almas deben cruzar para expiar sus pecados) que la convertiría en su legítima esposa y sólo entonces le consintió a Zeus llegar hasta el final, hombre faltaría más, que desvirgarla podía, pero si no había casamiento, los cojones...

El bodorrio se celebró en Creta con la presencia de todos los dioses. La yaya Gea regaló a la novia el manzano de oro (que daba manzanas golden de extrema calidad, algo así como unos 24 quilates de calidad), nombrando guardianas a las Hespérides; pedazo regalo vamos. También hubo una representación de humanos que fueron invitados al desposorio, pero una joven, llamada Quelonea, dijo que no podía, que le venía mal, que no le daba tiempo a ir a la peluquería y que no encontraba un traje como dios manda para la boda (que no diremos con tal de escaparnos de una boda a la que no nos apetece ir), así que Hermes la convirtió en tortuga, condenándole a cargar siempre su casa a cuestas (de ahí que las tortugas se llamen quelonios).

Pero a Zeus el juramento de fidelidad le resultaba tan poco atractivo como a la mayoría de los mortales la estampa de Camilla Parker Bowles, así que Hera empezó a criar unos cuernos que ríete tú de los toros de los sanfermines. Pero aunque Hera pudiera parecer la víctima de los engaños de su esposo, sus reboteras celosas la convierten en una tía más vengativa que Ana Obregón después de ver el trasero de su hijo en la tele. El matrimonio estaba claro que era de conveniencia y Hera lo tenía tan asumido que todos los años se bañaba en la fuente Canato, en Argos, para conservar su virginidad, que ríete tú de las operaciones de reconstrucción de himen que se hacen ahora. Aún así Hera engendró tres hijos: Ares, dios de la guerra, Hebe, diosa de la juventud (y encargada de las faenas domésticas del Olimpo, entre otras servir las copas de los dioses, pero el curro de camarera se lo dejó cuando llegó Ganímedes, y que se casó con un héroe cuando éste fue divinizado, pero ya os lo contaré otro día), y, por último, Ilitia, diosa del nacimiento sin cuya presencia ningún parturienta podía dar a luz, ya fuera mortal o inmortal. Pero, ¿Hefesto no era también hijo suyo? Ya os he dicho que la paternidad de Hefesto no la quiere nadie, cosas de ser el Bonico del tó.

Pero los celos de Hera (que si entre humanos ya pueden ser brutales, os podéis imaginar los niveles que alcanzaban entre los dioses inmortales) estuvieron a punto de costarle el trono a su esposo en alguna ocasión, y es que su hermano Poseidón quería arrebatarle el poder a toda costa, e incluso Atenea se jactaba de ser más inteligente que su padre, aunque no creo que eso fuera muy difícil, la verdad. Así que un día los conspiradores con la ayuda de la propia Hera, cargaron de cadenas a Zeus mientras descansaba, porque sería muy poderoso, pero la siesta era sagrada. Por suerte Tetis, una de las Nereidas, que estaba agradecidísima a Zeus por haberle conseguido marido, lo vio todo y acudió con Briareo, uno de los hecatónquiros, para echarle una mano, o mejor dicho cien, y despojarle de las cadenas. Nada más ver al gigante en toda su fealdad, los conspiradores echaron a correr por patas, dejando el camino libre para rescatar al dios del rayo. Una vez libre Zeus se pilló un rebote monumental (normal por otra parte cuando tu señora decide poner en duda tu liderazgo en favor de tu hermano, más o menos lo de Rajoy con Esperanza Aguirre, pero a otro nivel), así que dejó a Hera suspendida entre el Olimpo y la tierra con una cadena de oro y un yunque atado a cada pie. Hefesto protestó ante Zeus por el trato que le daba a su madre, pero como Zeus tenía las pelotas tan hinchadas la tomó con el pobre engendrillo y lo lanzó a tierra desde el Olimpo provocándole en la caída una cojera que le duró para toda la eternidad, para que aprendiera a ayudar a la mala pécora de su madre.

Pero Zeus tampoco tenía tanta mala leche, así que acabó soltándola. Y nunca la dejó. Por lo visto la quería, con las otras follaba, pero con Hera tenía una relación diferente de amor verdadero. Pero Hera se hartaba de los cuernos y decidió hacer lo que muchas mortales hacían para recuperar el amor de sus esposos: largarse de casa. Al parecer a Zeus le afectó poco y su reacción fue un "ya era hora", más o menos, pero como Hera no quería quedarse sola decidió echarle teatro al asunto y se puso a gritar a los cuatro vientos que estaba hasta los ovarios de Zeus y que iba a pedir el divorcio para poder casarse con otro. Zeus se puso mosca, porque el podía poner los cuernos, pero que lo abandonaran jamás, así que pidió consejo a Citerón, rey de Beocia, que pasaba por ser el humano más sabio de la época, aunque no tan repelente como el chaval de El gran quiz. Entre los dos idearon el plan maestro para conseguir recuperar a cualquier mujer: ponerla más celosa aún. Vistieron a una estatua con ropas lujosas y la pasearon por la zona donde se encontraba Hera anunciando a bombo y platillo que en cuanto estuviera libre Zeus se casaría con aquella supuesta joven. En cuanto Hera se enteró fue como loca a destruir por las bravas a la usurpadora, pero al llegar al séquito que acompañaba a la estatua descubrió la trampa y se puso a reír. Todo el mundo riéndose. Vamos, como el final de un episodio de Friends.

A veces la guerra de sexos entre Zeus y Hera resultaba totalmente absurda, ya que discutían, incluso, sobre quién disfrutaba más con el amor y el sexo, si el hombre o la mujer. Zeus afirmaba que la mujer era la que más disfrutaba, mientras que Hera afirmaba que era el hombre. Y como no se ponían de acuerdo, que raro, decidieron acudir a Tiresias, un sabio y adivino que había tenido experiencias de uno y otro sexo (no me preguntéis como, porque no me lo imagino...). El adivino dio la razón a Zeus y Hera, rencorosilla por haber perdido, dejó al adivino ciego; Zeus, para compensar, le dio el poder de la profecía y una larga vida. Aunque me da que el pobre hombre hubiese preferido ver de nuevo. Y otra cosa más larga...

Claro que Hera también tuvo sus aventurillas. A pesar de ser un modelo de virtud se ve que tuvo un rollo muy intenso con el gigante Eurimedonte, aunque por lo visto ella no estaba muy por la labor y de aquel polvo sin consentimiento nació Prometeo, que se convirtió en uno de los grandes rivales de Zeus, pero no en la lucha por el poder sino en la relación con los humanos (pero eso ya os lo explicaré otro día). También estuvo a punto de ser violada cuando, durante la Gigantomaquia, un intento de los gigantes por tomar el control del Olimpo, pero Zeus y Heracles, el mismo que tantas veces intentó destruir la propia Hera, la rescataron justo a tiempo. Claro que también estuvo a punto de sucumbir a los encantos de un mortal, Ixión, rey de los lapitas, pero Zeus se enteró y mandó al pobre mortal al Tártaro, donde Hermes lo ató con serpientes a una rueda de fuego que giraba eternamente. Pero, eso sí, Zeus no lo castigo por intentar ponerle los cuernos, ya que él era el menos indicado para protestar por el asunto, sino por burlarse del propio dios afirmando que había conquistado a su señora, y Zeus, que le llamaran cornudo sin razón, pues no, porque Hera, que sí que era fiel a su esposo, advirtió a Zeus que el mortal la intentaba seducir, así que éste, para comprobar si Hera decía la verdad, le plantó a Ixión una nube con la forma de Hera llamada Nefele y el mortal no se resistió a aquella presencia. O lo que es lo mismo, Ixión se pensaba que se había cepillado a Hera y en realidad se había trincado a una muñeca hinchable, nunca mejor dicho...

De todas formas, en su descarga, diré que tampoco era la más mala del Olimpo, las habían mucho peores, pero tenía un pronto de mil demonios. De todas formas ya comentaré algo más de ella cuando os hable de algunos de los héroes.

4 comentarios:

Eco dijo...

Joder... Y mi novio se queja porque dice que a veces le contesto mal.

¡Si es que no sabe lo que es una mujer enfadada! Ya lo querría ver yo frente a la tal Hera...

Dios le pille confesado. O dioses.

Hay que ver, oye, qué interesante, pero qué lío. Claro, con aquello de no respetar las leyes del tiempo y el espacio, pues normal que las cosas acaben un poco enmarañadas.

Esperaré al próximo capítulo.

Marisabidilla dijo...

Sublime!!
Me río yo de los culebrones venezolanos, ja!

La comparación Hera-Lucía Etxebarría me ha doblado de risa.

Anónimo dijo...

Lo que hace el aburrimiento.....

creo que es hora de terminar las cosas no?

Esteban Manuel Bru Guilabert dijo...

Hasta que no tenga el repuesto que necesito no voy a poder terminar nada...